Cuando pensamos en el menú para organizar una comida o una cena en casa, a menudo tenemos claro qué tipo de vinos queremos servir con los entrantes, con el primer plato, el segundo plato… ¿Y qué hay del postre? Seguro que más de una vez nos habremos fijado en que cuando comemos o cenamos en un restaurante, lo normal es que también ofrezcan sus sugerencias de maridaje de vinos y postres. Y es que hay tal cantidad de tipos de vinos diferentes y con unas características tan variadas, que pensando un poco, seguro que podemos encontrar un vino perfecto para cada postre. Una amplitud de posibles elecciones si queremos que el maridaje de vinos nos acompañe también en esta parte final de nuestras comidas o nuestras cenas, ese momento en el que nos entregamos a la sobremesa y la charla. La guinda con la que dejaremos un buen sabor de boca a nuestros invitados.
Entonces, ¿qué vino elegir para acompañar el postre? Pues dependerá de la receta del postre en cuestión. De los ingredientes empleados para su elaboración; del nivel de dulzor que presente; de los sabores, aromas y colores, etc. El vino que escojamos deberá estar a la altura de estas características del postre para que, mediante la unión de ambos, se vean realzadas las virtudes de uno y otro. Así, intentaremos compensar sus intensidades aromáticas para potenciarlas; equilibrar sus “pesos”, para evitar que el maridaje resulte empalagoso en el tramo final de la comida o de la cena.
Para ayudarnos, vamos a ver varias sugerencias de maridaje de vinos que funcionan a la perfección junto con algunos de los tipos de postres más habituales con los que nos encontraremos. ¡Comenzamos!
¡Descubre nuestros vinos para maridar con postres!
[pswp_products ids=»1723,1876,1033″]¿Qué vino servir con qué postre?
1. Postres de chocolate
Los postres a base de chocolate son los favoritos de muchos y su variedad es realmente amplia: desde unas sencillas onzas de chocolate o unos bombones, hasta mousses, coulants o elaboradas tartas. En función del tipo o tipos de chocolates que se empleen en la elaboración del postre, de su contenido en cacao, su dulzor y sus características aromáticas, podremos decantarnos por uno u otro vino. Así, por ejemplo, los postres elaborados con chocolate negro con cierto toque de amargor, se podrán acompañar perfectamente con un vino dulce andaluz, de sabor intenso y alto contenido en azúcar, por ejemplo, alguno de los elaborados en Jerez o con la variedad Pedro Ximénez. ¿O por qué no servir un magnífico Talla de Diamante con un cremoso coulant de chocolate fundido? La elegancia, el equilibrio de acidez y el carbónico natural del vino Talla de Diamante pueden ser el complemento ideal a la intensidad aromática, de sabor y de texturas del coulant, permitiéndonos disfrutar del postre sin que se nos haga pesado. Un vino amplio y con aromas que recuerdan a la fruta madura y a los cítricos, que aportarán cierta complejidad de matices a nuestro postre.
2. Postres a base de frutas
Cuando los primeros platos son contundentes, nada mejor que cerrar el postre con frutas naturales frescas. Para estas ocasiones, lo ideal es acompañar el bocado con vinos ligeros pero de cierta intensidad aromática. La clave está en encontrar el equilibrio entre los puntos de dulzor y acidez del vino y los de las frutas que queremos servir. Nuestra primera recomendación: Diamante Semidulce, un vino suave y untuoso que va genial con la fruta madura, perfecto para darle un matiz aromático floral a nuestro postre.
Si nuestros postres de frutas incluyen azúcares añadidos, como en el caso de almíbares o macedonias de frutas, podemos decantarnos por vinos espumosos algo más secos, como algún tipo de cava, o incluso por sidras (las de pera nos darán un punto extra de dulzor). El carbónico de estos vinos nos ayudarán a rebajar el azúcar de estos postres.
3. Helados
A la hora de maridar nuestros postres de helado con vinos, deberemos tener en cuenta varias cosas: por un lado, los sabores de los helados a servir; por otro, su textura, si son helados más bien cremosos o helados de hielo o sorbetes. Y por último, aunque sea una obviedad, debemos tener en cuenta que los helados están fríos. Por ejemplo, puede que si estamos degustando un helado de crema de vainilla bien frío, el complemento ideal pueda ser un vino generoso dulce de tipo cream, elaborado con variedades Palomino y Pedro Ximénez. Estos vinos con un punto más de alcohol nos harán recuperar rápidamente la temperatura en boca después del helado.
4. Tartas y pasteles
Al igual que en el caso de los helados, los vinos que seleccionemos para tomar con tartas y pasteles dependerán de los ingredientes y elaboraciones de estos últimos. Según los sabores que presente, su dulzor y su textura, podremos elegir el tipo de vino más adecuado para cada caso. Por ejemplo, los pasteles con base de mantequilla o de sabores avainillados pueden casar perfectamente con blancos elaborados con la variedad alemana Riesling. Si buscamos ligereza y dulzor, un espumoso de la región italiana de Anti, elaborado con uva Moscatel, puede ser la mejor elección.
5. Quesos
Normalmente asociamos el postre a los sabores dulces, pero si queremos sorprender a nuestros invitados, podemos hacerlo con un “postre a la francesa”. Nada mejor que servir una tabla variada de quesos, que podemos completar también con algún bocado dulce si no queremos arriesgarnos demasiado. En cuanto al maridaje de vinos y quesos, el tema daría para un artículo completo. Si queremos complicarnos, podemos elegir incluso un tipo de vino concreto para cada tipo de queso que sirvamos. Si lo hacemos, debemos tener en cuenta el orden para degustarlos, primero los vinos y quesos más suaves, y luego los más intensos en aromas y sabores. Si buscamos un vino que funcione bien con casi cualquier tipo de queso, mejor ir sobre seguro: aquí no podemos dejar de volver a apuntar al Diamante Semidulce: nuestro blanco clásico Rioja, elegante y versátil, que mejora automáticamente cualquier queso.
6. Frutos secos, higos, pasas, dátiles…
Este tipo de bocados de sabor intenso y buenas concentraciones de azúcares son ideales para acompañar con una pequeña copita de vinos dulces elaborados con uvas pasificadas. También con vinos de tipo moscatel y con mistelas. Si buscamos algo más exótico, siempre podemos probar alguno de los magníficos vinos dulces húngaros de la región de Tokaj-Hegyalja. Los más especiales son los elaborados con la variedad autóctona Szamorodni, que se hacen con parte de estas uvas afectadas por el hongo Botrytis cinerea. Se trata de un microorganismo que ocasiona la conocida como podredumbre noble en las uvas, lo que contribuye a concentrar el azúcar y el alcohol en estos vinos.
Como vemos, entre vinos y postres las combinaciones son casi infinitas. Basta con que tengamos claros algunos conceptos básicos de maridaje y que nos dejemos guiar por nuestros gustos personales. Con ganas de experimentar y pasión por el vino, seguro que acertamos con la unión perfecta para terminar nuestras comidas o cenas con un dulce trago.