La kashrut es el conjunto de preceptos y normas del judaísmo que recogen la sensibilidad y la tradición de las personas que practican esta religión respecto al consumo de alimentos. Estas normas pueden llegar a ser realmente estrictas y se refieren, sobre todo, a la exclusión de una serie de alimentos e ingredientes de la dieta. Pero también a toda una serie de directrices que deben seguirse a la hora de producir o preparar alimentos de elaboración más compleja, de manera que estos puedan ser considerados puros bajo las leyes morales del judaísmo. O lo que es lo mismo, que puedan ser considerados como alimentos kosher.
El vino, como alimento que es, no queda fuera de estas consideraciones de la kashrut. Y por eso, podemos encontrar actualmente en el mercado vinos kosher elaborados conforme a los preceptos de la kashrut.
Hoy dedicaremos unos minutos a conocer en detalle qué es un vino kosher, cuáles son las diferencias que pueden presentar estos vinos en contraposición con los vinos elaborados de manera convencional, y cuáles son principales requisitos que deben seguirse en la elaboración de un vino kosher para que este pueda ser considerado como tal.
¿Qué es un vino kosher?
En principio, en términos de calidad y en cuanto a sus posibles características organolépticas, un vino kosher no tiene por qué representar ningún tipo de diferencia respecto a lo que podemos esperar de un vino elaborado de manera convencional o tradicional más extendida.
La única diferencia que vamos a encontrar entre los vinos kosher y los vinos no kosher está en su forma de elaboración, ya que para producir los primeros, deben respetarse las normas y preceptos de la religión judía sobre el consumo de alimentos que se recogen en la kashrut.
Entre las muchas normas de actuación que se marcan en la kashrut, la mayoría tienen que ver con la exclusión del consumo directo de ciertos tipos de alimentos, o bien del uso de estos como ingredientes de elaboraciones y recetas, por su procedencia de animales considerados “impuros”. Los crustáceos, los moluscos y otros mariscos; los insectos voladores; o algunos mamíferos, como el camello o la liebre; estarían entre la lista de estos animales prohibidos para el consumo por parte de los judíos. Y por supuesto, también el cerdo.
Por otra parte, muchos de los animales que sí se contemplan como aptos para el consumo, como podrían ser el cordero, el cabrito o la mayoría de las aves y los pescados, deben ser preparados también de una determinada forma para poder ser considerados como alimentos kosher. Restricciones que tienen que ver, generalmente, con el sacrificio ritual de estos animales; con estrictas normas de higiene en la manipulación de los mismos, o con la imposibilidad de mezclar estos productos entre sí. Incluyendo en este punto también la utilización de los mismos utensilios y herramientas de cocina para la preparación de alimentos de diferente naturaleza.
Pero, ¿cómo se aplican todas estas normas kosher a la elaboración del vino? Sobre todo teniendo en cuenta que estamos hablando de un alimento de origen vegetal.
Lo vemos a continuación a través de los requisitos que debe cumplir la elaboración de un vino para que este pueda ser considerado como kosher y estar de acuerdo con los preceptos alimentarios que marca la kashrut.
¿Qué requisitos debe cumplir un vino para ser considerado como kosher?
- Los vinos kosher deben ser elaborados por personas que practiquen la religión judía. En este caso, se contempla como elaboración del vino todo trabajo realizado tras la recogida de la uva. Además, todo el proceso enológico debe ser supervisado por un rabino o por otra autoridad religiosa pertinente, denominada posek. Cuando estos vinos están elaborados para ser servidos por personas no practicantes de la religión judía, entonces pueden requerir de un proceso de esterilización adicional similar a una pasteurización. En estos casos, hablaríamos de vinos kosher mevushal, que son los que habitualmente se encuentran de manera más común en restaurantes.
- En la elaboración de los vinos kosher no está permitido el uso de ingredientes de origen animal, incluidos algunos aditivos habitualmente empleados en los procesos de vinificación como pueden ser las gelatinas (de origen animal) o algunas proteínas procedentes de la leche, como la caseína. Se exceptúa aquí el uso de la clara de huevo como método de clarificación, siempre y cuando la preparación esté supervisada por un rabino.
- A la hora de envasar el vino, solo se acepta el uso de botellas nuevas, para evitar que estas hayan podido ser empleadas previamente para contener vinos no kosher.
- Asimismo, todas las máquinas e instrumentos empleados en la elaboración del vino kosher deben ser utilizadas únicamente por judíos. También deben utilizarse estos instrumentos únicamente para la elaboración de alimentos kosher o, en caso contrario, haberse sometido previamente a un proceso de desinfección kosher.
- No se permite el uso de aditivos artificiales, como levaduras añadidas, ya que su consumo no está permitido durante la Pascua Judía. Tampoco el uso de cultivos de bacterias o de preparaciones enzimáticas.
- En cuanto al cultivo de la vid y la recogida de la uva, en la elaboración de vinos kosher solo pueden usarse frutos obtenidos de cepas con al menos cuatro años.
- Estas cepas deben dejarse descansar en su séptimo año para guardar el sagrado descanso del sabbat, de forma análoga a la costumbre judía de descansar el séptimo día de la semana.
- Tampoco se acepta el uso de fertilizantes de tipo orgánico en los trabajos de cultivo y cuidado de la vid, para evitar que estos puedan proceder de animales prohibidos por la kashrut.
- Por último, cuando el vino resultante cumple con todo lo anterior, en línea con las normas de la kashrut, entonces se puede certificar oficialmente como vino kosher a través de un sello hekhsher o “certificado de kashrut” que lo acredite. Este sello lo otorgan organizaciones especializadas para tal fin, como OU Kosher, OK Kosher Certification u otras agencias análogas de certificación kosher.