La Tempranillo y la Garnacha son dos de las grandes variedades de uvas tintas autóctonas españolas, tanto por su importancia histórica, como por su incuestionable calidad y su potencial enológico. Esto ha hecho que ambas variedades sean posiblemente también las de mayor prestigio internacional de entre las uvas tintas de nuestro país. No en vano, su expansión por los viñedos de todo el mundo va en aumento y cada vez es más fácil encontrarse con vinos producidos con uvas de Tempranillo o de Garnacha cultivadas en los lugares más recónditos de los 5 continentes. Hoy queremos conocer un poco mejor a estas dos variedades vinícolas, Tempranillo y Garnacha, que tan arraigadas están en la producción de los grandes vinos tintos de nuestro país y, especialmente, en la de los vinos de Rioja. En ellos, Garnacha y Tempranillo se combinan con mimo para potenciar las mejores características de cada una de estas variedades, con las que se obtienen vinos equilibrados, elegantes y perfectos para la crianza en barrica y para la correcta evolución de los matices aromáticos más complejos.
A continuación veremos cuáles son las principales características de estas dos uvas tintas: sus propiedades; sus necesidades de cultivo, clima y composición del suelo; o el carácter que confieren a los vinos que con ellas se elaboran.
[pswp_products ids=»404,422,2010″]Tempranillo Vs Garnacha
Como bien decimos, Tempranillo y Garnacha son dos de las grandes variedades tintas españolas; la primera de ellas, autóctona de La Rioja; mientras que el origen de la segunda suele ubicarse en la región de Aragón. Ya en la edad media encontramos referencias escritas a ambas variedades en diversos textos históricos, pero es sobre todo a partir de principios del siglo XX cuando estas dos variedades comienzan a cultivarse de forma masiva en España, a raíz de las grandes replantaciones que tuvieron que llevarse a cabo tras el paso de la epidemia de la filoxera. Desde entonces, la suerte de ambas variedades ha sido dispar. La Tempranillo se ha asentado como la uva tinta más cultivada en España, especialmente a partir del reconocimiento internacional de los grandes vinos de Rioja y de Ribera del Duero en las últimas décadas, hasta llegar a alcanzar una superficie de viñedo de unas 214.000 hectáreas. La Garnacha, por su parte, se vio desplazada por esa gran expansión de la Tempranillo en nuestro país. En los años 80 y 90 llegó a estar injustamente denostada, en parte por la falta de entendimiento por parte del sector vinícola de las necesidades de cultivo y vinificación de esta variedad para llegar a alcanzar su máximo potencial enológico. Muchas regiones de España dejaron de plantar Garnacha y otras variedades locales en favor de la variedad Tempranillo, con el objetivo de emular el éxito de los vinos elaborados en los valles del Ebro y del Duero, obviando la gran importancia del clima y del suelo de estas zonas en la configuración de sus vinos. Por suerte, a partir de los años 2000, se ha empezado a dar la importancia adecuada a estos factores en la elaboración de los vinos españoles, por lo que muchas regiones están impulsando el resurgir de las variedades autóctonas más emblemáticas, como la Garnacha, la Bobal, la Graciano o la Mencía. Con todo, hoy en día la Garnacha se disputa junto a la Bobal el segundo puesto entre las variedades tintas más cultivadas de nuestro país, con alrededor de 55.000 hectáreas cultivadas.
La adaptación internacional de estas dos variedades en todo el mundo ha gozado de un gran éxito: la Garnacha es la variedad tinta española más cultivada por todo el mundo y podemos encontrarla en viñedos de Francia, Australia, California, Chile, Argentina o Italia; mientras que la Tempranillo es común en los cultivos vinícolas de Portugal, Argentina, Chile, Perú, California, México o Australia.
Descripción de las variedades
La Garnacha tinta (no hay que confundirla con sus parientes, la Garnacha Blanca, la Garnacha Tintorera o la Garnacha Peluda) se caracteriza por formar racimos cónicos de tamaño medio y muy compactos. Las bayas son medianas y esféricas, de piel fina y con mucho jugo en el interior. El color va desde un rojo intenso hasta el violeta oscuro. La planta es muy vigorosa y de porte erguido. Muy fértil, la Garnacha tiende a ser altamente productiva.
La Tempranillo, en su caso, suele formar racimos de tamaño medio o medio-grande, algo menos compactos que los de la Garnacha y más irregulares. Las bayas de Tempranillo son más pequeñas, de piel dura y forma entre ovalada y esférica. De pulpa muy jugosa, se caracterizan también por su color azul oscuro, a veces casi negro.
Clima, suelo y cultivo
Es en el ámbito del cultivo para la vinificación donde encontramos las mayores diferencias entre Tempranillo y Garnacha.
- La Tempranillo, como su propio nombre nos adelanta, se trata de una variedad de maduración temprana. Su corto ciclo le permite adaptarse bien a las zonas de clima mediterráneo continental, siempre en zonas con suelos de fertilidad media. No tolera bien las sequías ni el exceso de agua y es sensible a ciertos hongos de la vid. Las mejores Tempranillo se desarrollan bajo una combinación de largas exposiciones solares y bajas temperaturas durante la noche.
- La Garnacha, por su parte, se caracteriza por una pronta floración pero por una maduración tardía. Así, se beneficia de los climas cálidos y secos para desarrollar su lenta maduración. Es una variedad especialmente versátil, capaz de adaptarse a una gran cantidad de climas, desde las zonas del litoral mediterráneo español hasta zonas de altitud cercanas a los 2000 metros. Arraiga bien en suelos arenosos, pedregosos y en suelos pobres. También en suelos de carácterácido. Puede soportar bien la sequía, así como el calor y el frío, sin embargo es muy sensible a plagas y enfermedades como la excoriosis de la vid.
Potencial enológico
Las diferentes propiedades de estas uvas y sus distintas necesidades de cultivo proporcionan materias primas muy diferentes de cara al proceso de elaboración del vino. Así, muchas de las características organolépticas de los vinos elaborados con Tempranillo y Garnacha van a ser opuestas. Pero esto es lo realmente interesante de estas dos variedades desde el punto de vista de la vinificación. Y es que estas características opuestas pueden ser también complementarias y, teniéndose en cuenta y sabiendo sacar lo mejor de cada uva, ofrecen un potencial enológico envidiable.
Los vinos de Tempranillo se caracterizan por el equilibrio. Las bayas de esta variedad contienen una concentración de nutrientes moderada, con niveles medios de azúcar y acidez. Así, el vino Tempranillo es ideal como base para elaborar magníficos vinos de coupage.
Cuando los cultivos de Tempranillo se cuidan adecuadamente, los vinos elaborados alcanzan su máximo esplendor, manifestando la personalidad propia de la variedad. Son vinos de color intenso y brillante, con reflejos azules y violetas cuando son jóvenes, y naranjas y granates profundos cuando envejecen. Especialmente indicados para esto último, los Tempranillo se benefician enormemente del paso por barrica de roble en lo que a la evolución aromática se refiere. Los jóvenes recuerdan a frutas y flores: fresa, cereza, frutas del bosque, violetas, yogur, caramelo… Mientras que con la crianza, los Tempranillo manifiestan toda su complejidad de aromas: fruta madura, cuero, tabaco, vainilla, cacao, coco, café, etc.
Finalmente, en boca, los vinos de Tempranillo siguen siendo elegantes y equilibrados. De nivel medio en azúcar, acidez y alcohol, son vinos perfectamente estructurados y de nivel alcohólico y cuerpo también medio. De taninos finos, su paso es suave y aterciopelado.
En cuanto a los vinos de Garnacha, estos se caracterizan principalmente por la intensidad aromática que aportan las bayas y del alto contenido en alcohol que pueden llegar a desarrollar.
A la vista, los Garnacha jóvenes son de colores brillantes, con reflejos de rojo rubí. Mientras, los Garnacha con crianza suelen tornarse en tonalidades teja o rojo Borgoña.
En la nariz, los vinos de Garnacha destacan por su intensidad aromática de marcado carácter floral y frutal, que recuerda a frutas negras como la mora, o la grosella; pero también a flores silvestres como la violeta. Con la crianza, estos aromas dan paso a otros más evolucionados: aromas a especias como la nuez moscada o la pimienta.
En boca se caracterizan por un ligero toque dulzón, unos taninos suaves y un nivel de acidez medio. De final suave y elegante.
Bordón Rosado y Bordón Crianza, dos vinos para disfrutar de la perfecta unión de Tempranillo y Garnacha
Para conocer mejor las características de estas dos variedades y entender cómo ambas pueden complementarse para potenciar sus virtudes enológicas, nada mejor que probar un vino de mezcla de calidad elaborado a partir de Garnacha y Tempranillo. Nosotros proponemos dos modalidades diferentes de esta magnífica combinación de variedades de uvas tintas españolas, una en forma de rosado y otra en forma de tinto:
- Bordón Rosado. Un vino seco, rosado elaborado con un 50 % de uva Garnacha tinta junto con Tempranillo y Viura. Fresco, de color “piel de cebolla”, con aromas a cítricos y frambuesas, de sabor persistente y amplio. Perfecto para disfrutar con carnes blancas, entremeses y aperitivos.
- Bordón Crianza. Un magnífico crianza de Rioja, elaborado con un 80 % de uvas Tempranillo y un 20 % de Garnacha, y envejecido en barricas de roble americano y francés durante 14 meses. De color cereza intenso con reflejos rubíes, su aroma recuerda a las frutas rojas, con matices de humo y regaliz. En boca es sabroso, equilibrado y especiado. Ideal para maridar con carnes a la brasa, carnes blancas, platos de legumbres, platos de pasta y quesos.
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Qué interesante información.