Argentina tiene sus destinos clásicos, como también sus destinos que para muchos pueden ser un descubrimiento. No son pocos los turistas que llegan al noroeste argentino para retornar maravillados por esa belleza desconcertante. Una belleza que también complementa con una cultura ancestral, una gastronomía de sabiduría de siglos, su música, un mundo aparte donde se despliegan reglas propias. Todo el panorama se completa con paisajes y una colección de extravagancias geológicas.
Hay montañas de colores, salares, desiertos, quebradas en rincones reconocidos como Patrimonio de la Humanidad. Y hasta los pueblos perdidos entre montañas pueden sumar más años que la historia del propio país.
1. La Quebrada de Humahuaca (Patrimonio de la Humanidad)
Esta ruta nos llevará por los paisajes más inesperados entre las postales usuales de Argentina. Empezar nada menos que desde el destino de montaña más colorido en el noroeste del país. En la Provincia de Jujuy se encuentra este paisaje que desde hace siglos es puerta de entrada al altiplano andino que abarca además parte de Bolivia, Perú y Chile.
Purmamarca
En concreto, todo este gran valle conocido como la Quebrada de Humahuaca se extiende estrecho entre montañas de una geología única. Ante tanto colorido y riqueza mineral no es difícil preguntarse: ¿cómo es que una zona árida puede contener tanta belleza? Y aún más, cómo un paisaje en apariencia despojado y desértico puede desplegar tanta riqueza cultural y ancestral. Pueblos habitados desde tiempos precolombinos como Purmamarca, al pie de un Cerro de Siete Colores, o Tilcara (y su Pucará, las ruinas de una fortificación de mil años de antigüedad que fue reconstruida en el siglo XX), enamoran a cada turista que llega a la región. Hay que sumar otros poblados norteño andino con encanto como Humahuaca, donde la arquitectura de adobe y colonial predomina encantando a los visitantes.
Humahuaca
También desde Purmamarca es usual la excursión a paisajes tan desconcertantes como lo son las planicies blancas de Salinas Grandes. Estas salinas son el resultado de la evaporación de una cuenca alimentada por aguas provenientes de la actividad volcánica. La alta salinidad del agua fue acumulando una capa o costra blanca de unos 30 centímetros de espesor: el resultado es un paraje que parece un espejismo blanco.
Salinas
2. Una ruta escénica hacia el Valle de viñedos en Cafayate
Nuestra ruta sigue “en descenso” hacia el sur. El paisaje va mutando en formas y colores sin perder sus rasgos de aridez. Como en un tour donde desfilan paisajes caprichosos del otro lado de la ventanilla, la Quebrada de las Conchas es paso obligado para disfrutar del camino, o mejor, para que el mismo camino sea un destino dentro del viaje. Siguiendo por Salta en camino a Cafayate, el paisaje de la quebrada asombra con geoformas de lo más variadas y caprichosas.
Cafayate
Estaremos en los Valles Calchaquíes en camino a una región de vinos con identidad propia y “capital” en la población de Cafayate (que no hay que confundir con los glaciares en Calafate, algo más de 3.000 kilómetros al sur). Cafayate es un pueblo pequeño, de fama bastante más grande que sus dimensiones gracias a la calidad de la producción de vinos. Cuando se sale de la pequeña zona urbana, no tardan en aparecer los viñedos donde se cultiva la uva de tipo torrontés. Pero también la ciudad merece una mención por su arquitectura colonial, calles, iglesia rodeada por las montañas en pleno valle calchaquí. La importancia de su actividad y vitivinicultura se evidencia en el Museo de la Vid y el Vino.
Viñedos en Cafayate
Sobre la calidad de los vinos en esta región, hay variantes que son únicas e irrepetibles: desde el paisaje, la mineralizacion del suelo, hasta el clima seco y templado con días de sol que según el mito, sale los 365 días del año. Todo parece la combinación perfecta para cultivar en viñedos y producir uno de los mejores vinos de cepa torrontés en el mundo.
Una casa de arquitectura singular en Cafayate
3. Desde el Gran Cañón de Talampaya a los viñedos de La Rioja argentina
Explorar el norte de Argentina te lleva una vez más por paisajes Patrimonio de la Humanidad. En Argentina las distancias igual suelen resultar largas y desprovistas de poblaciones. Sin embargo seguimos hacia el sur (del norte) hasta la provincia de La Rioja. Esta tierra interminable, tiene varias “tierras y rutas del vino”. El plus dentro de esta provincia es encontrar paisajes que nuevamente emocionan con sus desproporcionalidad en cuanto a belleza y singularidad.
El Cañón de Talampaya es algo así como un desierto rojo, pero muy lejos de ser una planicie. Es uno de los pocos lugares en el mundo donde una capa geológica está expuesta a cielo abierto. Esto significa que es el paraíso para geólogos, biólogos e investigadores que buscan indagar sobre la evolución y el origen de nuestro mundo. Pero también un paraíso visual para fotógrafos y amantes de la naturaleza: la belleza del paisaje, las paredes del cañón, los acantilados erosionados lo hacen un escenario único. Y el color, siempre siempre presente esa tonalidad de la tierra rojiza y árida en este auténtico escenario de far west versión argentina.
Estando siempre a mano de valles bordeando la cordillera de los Andes, en la zona de Chilecito (sin salir de la provincia de La Rioja) estaremos en la zona vitivinícola más importante de este rincón del mundo. Exactamente entre el macizo de Velazco y el Nevado de Famatina, el valle de Chilecito posee otro microclima de excelentes condiciones para cultivar la uva. Las variedades más usuales aquí son Bonarda, Torrontés, y el incipiente cultivo de Cabernet, Sauvignon, Syrah y Chardonnay.
Montañas de colores en Chilecito
Todo Chilecito y su entorno son un paraíso del turismo de montaña en Argentina, aún con mucho que dar al mundo: desde el turismo industrial minero con un cablecarril en desuso que supo ser el más largo del mundo, hasta paisajes no menos impactantes como la cuesta de Miranda, recientemente asfaltada. A lo largo de 10 kilómetros se recorren más paisajes ocre-rojizos entre cornisas y desfiladeros (y pausas en miradores).
El Cablecarril
Combinar paisajes inclasificables (y desbordantes de belleza árida o fértiles junto a los ríos) con pueblos y zonas de viñedos en el noroeste de Argentina, será una sorpresa viajera de las buenas. Y sorpresa tan bella que vale la pena recorrer las enormes distancias para descubrir esa “otra Argentina” que merece competir mano a mano con sus maravillas naturales más famosas.