Lo del postureo en el mundo del vino no es algo nuevo. Los motivos son varios, pero pueden estar relacionados con el aumento de aficionados a esta bebida y, también, con la creciente exposición de nuestras vidas en las redes sociales. Sea como sea, son muchas las palabras, movimientos y actitudes que se realizan para demostrar aparentar cierto conocimiento del vino, puro postureo. Para disfrutar del vino realmente lo único necesario es fiarte de tu propio gusto.
Si quieres saber cuáles son los 5 postureos completamente prescindibles y que más nos chirrían en torno al vino, aquí te los contamos uno a uno. ¿Eres practicante de alguno de ellos?
1. La actitud con la copa
La relación del consumidor con la copa puede dar muchas pistas sobre el conocimiento que cada uno tiene acerca del vino. Si una persona coge la copa por el cáliz, se bebe todo el vino de un trago nada más que se lo sirven o hace alguna que otra barbaridad (como echarle hielo para enfriarlo), claramente está cometiendo una cadena de sacrilegios en contra de esta bebida.
Hay unos mínimos conocidos por casi todo el mundo, como coger la copa por el tallo, inclinar un poco la copa para ver el color, introducir la nariz para olerlo y probar sutilmente el vino… Pero cada uno de estos hábitos puede ser llevado hasta un extremo exagerado por simple postureo que, además, puede llegar a terminar en algo cómico y evidenciar que la persona que lo hace no sabe realmente sobre vino.
Ten en cuenta que para disfrutar realmente del vino no hace falta sacudir la copa como un cóctel, ni meter media cara en la copa o aspirar como si se quisiera sorber el líquido con la nariz. En serio; no lo hagas.
2. El vocabulario
Con esto hay muchos que se lucen pero que, a la vez, también pueden caer en el mayor de los ridículos, sobre todo si lo hacen con gente de verdad entendida o, simplemente, con alguien que tenga un poco de curiosidad y pregunte.
Términos como coupage, bouchonné o capotar son de un nivel de postureo vinícola avanzado y pocos los conocen y los saben utilizar con precisión. Hay otros más habituales, como cuerpo, taninos, bouquet o retrogusto que se escuchan frecuentemente y que son más fáciles de explicar. Pero también hay gente que los suelta por encima de sus posibilidades y, lo que es peor, cuando no vienen a cuento. Por eso, es mejor pecar de defecto que de exceso en la terminología vinícola.
3. Fijarse solo en el precio
A la hora de pedir un vino especial en un restaurante existen personas que, ante la situación de encontrarse con una carta de vinos amplia y el compromiso de tener que decantarse por uno cuando todos los nombres le suenan a chino, terminan fijándose solo en el precio o en la clasificación del vino (Crianza, Reserva, Gran Reserva, etc.).
En este sentido, es verdad que hay vinazos Gran Reserva, pero también hay otros vinos que, sin ser Gran Reserva, pueden ser magníficas opciones para acompañar las cenas o comidas especiales con amigos. En estos casos, además de pedir consejo al sumiller del restaurante también te recomendamos fijarte en la añada del vino. Así evitarás caer en la fantasmada de que el mejor vino es el más caro.
Para disfrutar del vino no hace falta sacudir la copa como un cóctel, ni meter media cara en la copa o aspirar como si se quisiera sorber el líquido con la nariz. En serio; no lo hagas.
4. El análisis profundo sobre el corcho
Otro de los postureos sobre el vino que vemos con más frecuencia es la sobreactuación que se tiene al abrir la botella y extraer el corcho. Es cierto que el corcho puede decir mucho del vino, incluso para los no expertos, ya que si hay señales de deterioro como una rotura o la presencia de moho, pueden ser señales de que el vino pueda encontrarse en mal estado.
Además, el color que tenga el lado del corcho en contacto con el líquido también puede indicar aspectos sobre la edad del vino o, incluso, sobre el tipo de uva con el que se han elaborado. Pero, para identificar estos aspectos más sutiles y profundos hay que tener un mínimo de preparación y experiencia. Por ello, ten claro que si no eres un experto, no lo vas a descubrir todo con esa olfacción minuciosa, que muchos hacen con ánimo de posturear.
5. El fondo blanco
Por suerte, encontrarnos con este postureo ya no es tan habitual, aunque puede darse con frecuencia entre gente que ha asistido a algún curso de cata de vinos y quiere hacerse el súper entendido delante de sus amigos.
La prueba de la servilleta blanca o de utilizar algún otro fondo blanco (como un mantel o cortina) consiste en tomar como referencia un fondo de este color para poder evaluar, con más objetividad, el color del vino. De esta manera, se compara el color del vino con este fondo para analizar con mayor exahustividad su tonalidad exacta.
Aunque se trata de una práctica útil para los profesionales del vino y en entornos especializados, no tiene sentido hacerla mientras estamos de pinchos con amigos, ya que puede resultar un tanto ridícula y no servirnos para absolutamente nada.
Y tú, ¿qué otros postureos relacionados con el vino conoces? ¿Te reconoces también dentro de este círculo o eres de los que huye de modas, etiquetas y postureos como lo hace Bordón?