Uno de los mayores retos que hay que afrontar a la hora de elaborar un gran vino consiste en saber proteger al viñedo de los muchos agentes naturales que pueden amenazar su crecimiento y su buen desarrollo. Solo consiguiéndolo, podremos obtener uvas de la mejor calidad. La materia prima indispensable a partir de la cuál continuar el trabajo en bodega para producir un vino excepcional.
Agentes climáticos y atmosféricos como una sequía, un exceso de agua, de insolación o unas heladas que llegan cuando no las esperamos pueden arruinar por completo la producción de una añada. Pero también están las amenazas biológicas, como las que representan algunos microorganismos que pueden infectar al viñedo y acabar con él.
Hoy dedicaremos unos minutos a conocer a este último, el oídio. Una de las enfermedades de la vid que mejor conocen los viticultores de todo el mundo y que supone una de las mayores amenazas naturales para la producción de vino. En este artículo, vamos a descubrir qué es exactamente el oídio, cómo afecta esta enfermedad al viñedo, cuáles son sus principales características y cuáles son las formas más habituales de combatirlo.
[pswp_products ids=»1999,1996,2013″]¿Qué es el oídio de la vid?
El oídio es una de las enfermedades más comunes que pueden afectar al viñedo. Desde un punto de vista técnico, el oídio es una enfermedad de tipo criptogámica que afecta a algunos tipos de plantas, entre las que se encuentra, por desgracia, la de la vid. Este tipo de enfermedades se caracterizan por ser causadas por el ataque de hongos parasitarios o de otro tipo de microorganismos filamentosos. Hablamos, por lo tanto, de una infección de la planta por hongos. Un tipo de enfermedad que sería el equivalente en organismos vegetales a una micosis, como las que podríamos sufrir las personas o también algunos animales.
Aunque como decimos, el oídio puede afectar a muchas especies de plantas diferentes, como por ejemplo los robles, el laurel, los geranios o los rosales; en el caso concreto de la vid, los hongos que suelen atacar al viñedo con mayor frecuencia suelen ser los de las especies Uncinula necator y Erysiphe necator.
¿Cómo afecta el oídio al viñedo?
De manera tradicional, el oídio ha sido conocido también en nuestro país con otros nombres más populares, como cenicilla o blanquilla. Esto se debe al efecto más común y al principal síntoma que podemos apreciar en la planta de la vid afectada por el oídio: la aparición, sobre los tallos y las hojas, de una capa de polvillo blanco o grisáceo. Una capa que puede llegar a mostrar también, en algunas ocasiones, una cierta textura similar a la del algodón, y que está compuesta por el micelio, las esporas y otras partes visibles del hongo parásito.
En la mayoría de los casos, el oídio comienza a atacar a la planta de manera sigilosa. Un crecimiento escaso de los primeros brotes de la vid ya pueden indicarnos esta afección. Sin embargo, cuando la infección por los hongos que provocan el oídio se extiende, la enfermedad puede arrasar el viñedo muy rápidamente si no se trata de la manera adecuada.
Cuando el oído llega a afectar a los racimos de las uvas, estas se recubren también de este polvo blanquecino, su crecimiento y desarrollo se detiene, y finalmente terminan por secarse. En el caso de que el oído solo se muestre en parte de las bayas, el resto de la uva sigue creciendo, hasta que llega un momento que la piel se rompe por la falta de elasticidad de la parte afectada, lo que echa a perder la uva.
En último término y de no ser tratado, el oídio puede llegar a destruir todo el follaje de la planta y la pérdida de sus frutos. En nuestro caso, las uvas.
Principales características de la enfermedad del oído
Entre las principales características de la enfermedad del oído, en particular de la enfermedad provocada por aquellos hongos en concreto a los que es sensible la planta de la vid, podríamos destacar las siguientes:
Rápida expansión
Si la infección de la planta no se trata a tiempo, la infección por los hongos que producen el oídio puede propagarse rápidamente por todo el viñedo, amenazando su producción.
Ataca a las partes herbáceas de la vid
La infección por oídio se manifiesta, sobre todo, en las hojas y los tallos de la planta. Pero también puede dejarse ver en los brotes más jóvenes de la primavera, en los sarmientos y en los racimos.
Un exceso de humedad es el caldo de cultivo ideal del oídio
Un ambiente excesivamente cargado de humedad puede facilitar la infección por oídio y su rápida propagación por el viñedo. La proliferación de la enfermedad es más fácil a temperaturas relativamente altas, sobre todo de entre 5°C y 25°C.
Un abonado excesivo también favorece la aparición del oído
El exceso de nutrientes derivado de un abonado mayor del necesario puede contribuir a facilitar la proliferación de los hongos que provocan esta enfermedad en la vid.
Tratamientos y remedios para combatir el oídio en el viñedo
Por suerte, en la actualidad contamos con diversos tratamientos que pueden ayudarnos a prevenir y tratar la aparición del oídio en el viñedo, fruto de la experiencia desarrollada a través de siglos de cultivo de la vid y de elaboración de vino.
Para finalizar, vamos a ver algunas de estas medidas que pueden tomarse para combatir el ataque del oídio al viñedo.
Son estas:
- Llevar a cabo tratamientos con productos fitosanitarios específicos para proteger a los cultivos del ataque del oídio, y de otras enfermedades causadas por hongos, a lo largo de las diferentes fases del ciclo biológico de la vid: brotación, foliación, floración, fructificación, envero, etc.
- Plantar las cepas debidamente alineadas con la dirección del viento más dominante en la zona, para favorecer que este arrastre las posibles esporas de los hongos y dificultar que estos se adhieran a las plantas.
- Evitar el exceso de abonado del viñedo.
- Realizar una limpieza y acondicionamiento regular y adecuado de las cepas, para evitar que se den las condiciones ambientales que favorecen la aparición de los hongos que causan la enfermedad del oídio. Retirar las hojas, sarmientos y toda parte de la planta que no sea imprescindible para su correcto desarrollo, para facilitar la insolación y una buena ventilación que impida el exceso de humedad.