Bodegas Franco-Españolas siempre ha sido un referente en nuestro país en todo lo que tiene que ver con la comercialización internacional de vinos. Ya a principios del siglo XX se convirtió en una de las bodegas pioneras en España en vender su producción de vinos de Rioja al extranjero por la exportación de estos hacia países europeos neutrales durante la Primera Guerra Mundial, principalmente a Suiza, a Holanda y a Noruega.
Durante aquellos inicios y en los años posteriores, algunos de los primeros vinos de Bodegas Franco-Españolas, como Royal y Diamante, viajaron por toda Europa a través del ferrocarril, gracias a la intermediación del Conde de Romanones. Lo hicieron a bordo de trenes tan míticos como el histórico Orient Express que inspiró la famosa novela de Agatha Christie.
A partir de “los felices años 20”, se incrementaron enormemente las ventas de los vinos de Bodegas Franco-Españolas, tanto dentro como fuera de nuestras fronteras, debido a la gran demanda surgida en aquellos años por parte de la clientela a consecuencia de la expansión económica que tuvo lugar durante la época. Posteriormente, a partir de la derogación en 1933 de la llamada “ley seca” en Estados Unidos, los vinos de las bodegas dan el gran salto hasta el otro lado del Atlántico, donde comienzan a dar a conocer el prestigio de los vinos de Rioja en el continente americano. Los mejores Hoteles de Nueva York, como el Hotel Plaza o el Hotel Waldorf-Astoria, cuentan con el emblemático Diamante y con otros vinos de esta casa entre sus exclusivas cartas.
Hoy dedicaremos unos minutos a conocer qué supuso aquella “ley seca” para el devenir de la historia de Estados Unidos, en qué consistió exactamente y cuáles fueron sus efectos. Una breve píldora histórica que nos ayudará a entender también cómo afectó aquel acontecimiento y la posterior derogación de la ley para la expansión de las exportaciones de Bodegas Franco-Españolas y del resto de vinos de Rioja. Un episodio clave para entender la formación histórica de la fama y el prestigio de nuestros vinos en todo el mundo.
[pswp_products ids=»422,2010,466″]¿Qué fue la “ley seca”?
La “ley seca” fue el nombre popular que se le dio a la enmienda número dieciocho de la Constitución de los Estados Unidos de América. También fue conocida como la “ley Volstead”, en referencia al nombre de Andrew Volstead, el entonces presidente del Comité de la Cámara de Representantes de EEUU sobre Asuntos Judiciales, quien fuese el gran patrocinador de la ley y facilitador de su aprobación.
La ley en cuestión consistía en un Acta de Prohibición que afectaba a toda actividad relacionada con la venta, importación y fabricación de bebidas espirituosas y otras bebidas alcohólicas en todos los estados del territorio nacional. Tras un intento de veto por parte del presidente Woodrow Wilson, la enmienda fue finalmente promulgada el 28 de octubre de 1919.
La Prohibition, fue la cristalización y puesta en práctica de una demanda que venían haciendo ciertos sectores de influencia religiosa luterana en aquel país desde el siglo XIX. Bajo sus ojos, la prohibición del alcohol allanaría el camino hacia una sociedad más virtuosa, alejada de problemas ampliamente extendidos en aquel país durante aquella época, como el alcoholismo, la violencia en el ámbito familiar o las corruptelas políticas que a menudo se fraguaban entre el humo de los puros y los vasos de whisky que iban y venían por los salones de la época.
La “ley seca” exponía específicamente: “Ninguna persona fabricará, venderá, cambiará, transportará, importará, exportará o entregará ningún licor embriagador excepto los autorizados por esta ley”. Estas excepciones se referían a las bebidas alcohólicas cuya concentración de alcohol estuviera por debajo del 0,5 %, y también otras de carácter religioso como el uso del vino durante la celebración de misas. Sin embargo, y aunque en la práctica la “ley Volstead” no prohibía técnicamente la posesión de alcohol ni el consumo privado a nivel nacional, las legislaciones locales de muchos estados y ciudades de los EEUU fueron un poco más allá y plantearon leyes locales más estrictas aún, llegando a penalizar la mera tenencia de alcohol.
La policía de Detroit decomisa el equipo de una cervecería clandestina durante la era de la “ley seca”.
¿Cuáles fueron los efectos y las consecuencias de la “ley seca”?
La aplicación de la “ley seca” en Estados Unidos se tradujo en la imagen recurrente durante la época en cientos de municipios norteamericanos de las fuerzas de policía, y de otros cuerpos del orden, llevando a cabo confiscaciones y vertidos de alcohol en los sistemas de alcantarillado o en las mismas vías públicas. Sin embargo, los efectos inmediatamente siguientes a la ejecución de la ley en las calles fueron precisamente los contrarios a los que con ella se pretendían.
Cerrada la puerta del alcohol legal, se abrió la ventana del mercado negro, y las bandas criminales crearon sus propias redes de importación, distribución y venta de alcohol clandestino. Algunas de estas organizaciones llegaron a ser extraordinariamente poderosas y millonarias, como la que controlaba el legendario jefe mafioso Al Capone en Chicago. Un lucrativo negocio que iba dejando un rastro de violencia y corrupción de las instituciones públicas a su paso, y cuyos efectos negativos hicieron que para finales de 1920 la oposición social a la prohibición del alcohol fuera ya en claro aumento.
Al Capone en 1930
Otros efectos de la “ley seca” fueron, por ejemplo, el que se multiplicara hasta por 3 la tasa de muertos por consumo de alcohol adulterado, al ser las bebidas alcohólicas que se consumían generalmente de mala calidad y elaboradas en condiciones sanitarias deficientes. También bajó la recaudación de impuestos por parte del Estado relacionada con la venta de bebidas alcohólicas, al mismo tiempo que se tuvo que incrementar el gasto público para garantizar el cumplimiento de la Decimoctava Enmienda a la Constitución: se creó la Oficina de Prohibición para hacer que se cumpliese la ley, se reforzó la vigilancia mediante el servicio de guardia costera y se tuvieron que invertir ingentes cantidades de dinero en investigaciones judiciales contra aquellos que se saltaban la norma, entre otros.
Y por si esto fuera poco, el consumo per cápita de bebidas alcohólicas no solo no descendió, sino que en los primeros años de la prohibición llegó incluso a incrementarse en muchas ciudades de los Estados Unidos, hasta volver a alcanzar niveles similares e incluso superiores a los de los años anteriores a la entrada en vigor de la “ley seca”.
Todos estos efectos, radicalmente contrarios a los objetivos que motivaron la aplicación de la “ley Volstead”, hicieron que con el paso de los años la mayoría de la población se posicionase en contra de la prohibición de la venta y distribución de alcohol. Hasta tal punto, que el 5 de diciembre de 1933, tan solo 13 años después de la entrada en vigor de la ley, se ratificaría la Vigesimoprimera Enmienda a la Constitución, con el único objetivo de derogar por completo la Decimoctava Enmienda que constituyó la “ley seca”. Un hecho legal que, hasta la fecha, solo ha ocurrido esta única vez en toda la historia de EEUU.
Un claro ejemplo, este de la “ley seca”, de cómo a veces el remedio puede resultar peor que la propia enfermedad.
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