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Cuando vamos a disfrutar del vino utilizamos los 5 sentidos, sí, el oído también, pero eso ya te lo explicaremos otro día. La vista es el que nos brinda la primera información sobre el vino y así, es a través de nuestros ojos la forma en que podemos empezar a conocerlo y a leer su historia.

Para seguir disfrutando de aprender un poco mejor el vino, hoy vamos a centrarnos en descubrir todos los colores que este puede mostrar. También veremos qué factores pueden influir en la determinación de estos colores, y qué nos cuentan los matices y las tonalidades de un vino sobre él y sobre su proceso de elaboración.

Antes de ver toda la información que nos puede aportar el color del vino debéis tener claro que cuando miramos el color del vino en una copa debemos hacerlo sobre un fondo blanco (o sobre la palma de la mano) e inclinando la copa 45º hacia el suelo. Si miramos la copa hacia la dirección donde están las luces de la sala en la que nos encontremos, todos los reflejos de las propias luces interferirán con los colores del propio vino y lógicamente los modificarán ligeramente.

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¿De dónde viene el color del vino?

El color de un vino viene dado básicamente por dos factores: por la variedad o variedades de uva elegidas por el equipo enológico para hacer el vino y por los propios procesos de viticultura y vinificación.

En primer lugar, la variedad o variedades de uva elegidas para la elaboración de un vino dejarán ver en él muchas de sus características organolépticas y, entre ellas, también las relacionadas con la manera en la que percibiremos su color. De las variedades tintas, podrán derivarse toda una gama de colores que van desde los rojos, los granates, los naranjas y los violetas, hasta tonalidades prácticamente negras. En las uvas blancas, por el contrario, reinarán los colores de la gama de los amarillos, con una complejidad de matices y reflejos que irán desde los amarillos más pálidos a los dorados más intensos y brillantes, e incluso a los ocres, pasando por toda una gama de reflejos verdosos. La Garnacha, la Tempranillo, la Syrah o la Cabernet Sauvignon, por ejemplo, nos darán los vinos tintos de colores más vivos e intensos. En los blancos, los Albariño se caracterizan por su tono amarillo pálido y brillante; los Verdejo, lógicamente, por sus matices verdosos; los Chardonnay, por su dorado intenso; etc. Solo a través de la experimentación y la práctica, aprenderemos a ir descubriendo las tonalidades propias de cada variedad y a identificarlas en el momento de la degustación.

En segundo lugar, los trabajos del cultivo de la vid, la influencia del clima, la composición de los suelos o el estado de maduración de las uvas en el momento de la vendimia también influyen en la determinación del color del vino. Pero, sobre todo, influirá el proceso de elaboración. Y es que es durante la fermentación cuando los hollejos, los raspones y otras partes sólidas de las uvas transfieren al mosto gran parte de los compuestos responsables del color final del vino.

Mención aparte merece la influencia en la determinación del color de la fase de la crianza de los vinos. Una fase de maduración en la que todas las características del vino evolucionan hacia una mayor complejidad. También el color. Así, los vinos con mayores tiempos de crianza van perdiendo el brillo inicial y la viveza de color de los vinos jóvenes. Sus tonos se ven más apagados, pero cromáticamente más complejos, pasando de los violetas, los azulados y los rojos picota hasta las tonalidades anaranjadas, teja, los ocres, los reflejos caoba, etc.

Los principales colores del vino

Como vemos, la complejidad de color de los vinos puede llegar a ser prácticamente inabarcable. Sin embargo, a modo de introducción, intentaremos hacer un pequeño mapa cromático con las tonalidades más comunes en vinos blancos y vinos tintos, y descubriendo qué nos dicen estos colores de cada uno de los vinos que los visten.

Principales matices de color en vinos blancos

  • Tonos verdosos. Son colores propios de vinos blancos jóvenes, por lo que nos adelantan otras cualidades del vino, como su frescura, su buen grado de acidez. Colores propios de vinos elaborados con las variedades Verdejo como nuestro Diamante Verdejo, o Sauvignon Blanc.
  • Tonos paja. Este color es propio de blancos con una evolución algo mayor, elaborados con variedades también más maduras. Es el color típico de los vinos de Riesling o de Pinot Gris. Generalmente podemos encontrarlo en blancos secos.
  • Dorados. El color dorado es uno de los más habituales entre los blancos jóvenes, que por otra parte, también son mayoría entre los vinos blancos. Vinos con un grado de acidez más moderada que en los casos anteriores, con algo más de cuerpo y normalmente más untuosos. Es el color más típico de los Chardonnay o de los Gewürztraminer.
  • Matices cobrizos. Estos tonos son ya más propios de vinos más hechos, incluso de blancos con cierto grado de crianza y con paso por barrica. Son vinos blancos complejos que suelen destacar por su gran calidad y elegancia. En este caso, el color tiene más que ver con esta crianza que con las características propias de cada variedad.
  • Ocres. Es el color de los vinos dulces, de los jerez, los oporto… Aunque también podemos encontrarlo entre vinos blancos sin fortificar, normalmente blancos reserva o con tiempos de crianza bastante amplios.

Tonalidades más habituales en los vinos tintos

  • Violáceos, morados y tonos azules. Son las tonalidades de color más habituales entre los vino tintos más jóvenes. Vinos frescos, ligeros y con un punto extra de acidez. Podemos encontrarlos en vinos de Cabernet, de Merlot, de Syrah…
  • Rojos púrpura, granate o burdeos. El color propio de los vinos tintos con algo de crianza. Vinos algo más reposados que los anteriores, pero que aún siguen mostrando el carácter aromático y frutal de los jóvenes, junto a una cierta maduración por el paso por barrica. Los vinos de Mencía o de Graciano pueden recordarnos estos colores.
  • Rojos. El rojo más neutro y sin reflejos de otras tonalidades nos lo dan los vinos de crianza en un punto de evolución óptimo. Vinos equilibrados, con buena estructura, cuerpo y grado alcohólico. Propio de vinos Crianza e incluso Reservas. Muchas variedades tintas pueden dar lugar a este color cuando el tiempo de maduración del vino es el adecuado: Tempranillo, Merlot, Pinot Noir…
  • Caobas o rojizos semioscuros. Son colores ya de vinos más maduros, en los que los reflejos violáceos, los rubíes y los rojos intensos dejan paso a tonalidades más cercanas a los colores parduscos. Suelen ser vinos muy evolucionados y complejos, normalmente vinos Reserva o Grandes R En este caso, las variedades de uva suelen ser aquellas más aptas para estos largos tiempos de crianza: Tempranillo, Cabernet Sauvignon, Merlot, etc.
  • Tejas, anaranjados y pardos. Son los tonos de los vinos más viejos, los que han sido sometidos a crianzas más largas y a una mayor oxigenación y afinamiento en barrica. Vinos de alta calidad elaborados a partir de variedades especialmente elegidas para este fin, como pueden ser la Tempranillo, la Mazuelo o la Graciano.

Conocer el vino a través de su color

Como vemos, el color es otro de los caminos a través de los que podemos seguir aprendiendo y disfrutando con el vino. Y la mejor manera para aprender sobre el mundo del vino es experimentando y probando nuevos vinos. Nosotros te proponemos dos ejercicios de cata para experimentar el color del vino: Bordón Crianza y Diamante Verdejo, dos de los colores más representativos de Bodegas Franco-Españolas:

  • Bordón Crianza es nuestro vino tinto de Rioja más descaradamente clásico, la interpretación de lo que hemos entendido que debe ser un vino de Rioja a lo largo de más de 125 años de experiencia entre viñedos y roble. Un tinto elaborado a partir de las variedades Tempranillo y Garnacha, de color rojo cereza intenso, con reflejos de tonos rubíes en el ribete. De aroma frutal, con matices de regaliz o de ahumados; y paso por boca equilibrado, limpio y de final largo. Un vino sabroso y especiado, perfecto para acompañar con platos de carnes blancas y carnes a la brasa, quesos de oveja, frituras o pastas.
  • Diamante Verdejo, un blanco de Rioja de color amarillo pajizo envuelto en los reflejos de tono verdoso tan característicos de esta variedad. Un blanco de Rioja que destaca por su frescura y por su elegancia. De carácter aromático complejo, frutal, herbáceo y exótico. Untuoso y de final largo, es un blanco perfecto para disfrutar con platos de pescado y mariscos, con carnes blancas, arroces, o aperitivos.
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Bodegas Franco-Españolas

Bodegas Franco-Españolas es una de las grandes bodegas de Rioja. Con nuestros 125 años de historia, continuamos siendo un referente a la hora de hablar sobre el mundo del vino.