Por cercanía, por tradición histórica, por un cúmulo de desencuentros sobre el césped, por un hecho aislado que nunca nadie podrá olvidar o por tantísimos otros motivos. En el mundo futbolístico, cada rivalidad tiene una intrahistoria que explica por qué enfrentarse a ese club es diferente que hacerlo con cualquier otro. Aquí recogemos cinco historias, de cinco países, con cinco orígenes dispares. Desde anacrónicas disputas en fábricas londinenses hasta el soccer más europeizado de los Estados Unidos, pasando por relaciones que truncaron del amor al odio o choques culturales entre el norte y el sur de Francia e Italia.

 

1. Juventus vs. Nápoles

Si por el Piemonte nos encontramos con el refinamiento, la industralización y el orden como estándares de la región, Campania es el polo opuesto a la realidad que se vive cerca del Juventus Stadium. Allí el caos reina por encima de cualquier mandamiento, no hay leyes más allá de las que no necesitan ser escritas. Quizá por ello, por vivir en dos Italias tan profundamente opuestas, ambas aficiones, sabiéndose las máximas exponentes de las dos realidades existentes en el país transalpino, comenzaron a sentir un profundo rechazo por el bando enemigo.

Uno de los tantos puntos de inflexión que ha generado esta rivalidad llegó a finales de los 80, cuando el Nápoles, comandado por Diego Armando Maradona, le comió la tostada a aquella gran Juventus de Michel Platini ganándole dos Scudetti, uno en la 86-87 y el otro en la 89-90. La inestabilidad del Nápoles tanto en el césped como en los despachos calmó las aguas por un largo tiempo, pero ahora los sureños llevan un tiempo de vuelta para complicarles la vida, o intentarlo, a sus eternos rivales del norte.

2. West Ham vs. Millwall

El padre de los derbis ciudadanos, proletarios y violentos. Originado en el East End londinense de finales del siglo XIX entre trabajadores de dos fábricas rivales, ha llegado hasta nuestros días con toda su crudeza. Más allá de consideraciones locales, este enfrentamiento simboliza cómo, a pesar de las transformaciones sociales y el paso del tiempo, una buena rivalidad es aquella que perpetúa identidades sólo vigentes dentro del estadio. Las disputas entre aficionados de uno y otro equipo son innumerables. Ya en 1972 se registraron altercados masivos en las gradas… ¡durante un amistoso! Cuatro años después, un hincha del Millwall fallecía al ser empujado a la vía del tren. Los ‘hammers cantaban: «West Ham boys, we’ve got brains, we throw Millwall under trains«.

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3. Portland Timbers vs. Seattle Sounders

Esta rivalidad es una de las más antiguas del fútbol en los Estados Unidos. Data de 1975 y ha sobrevivido a todas las competiciones posibles (NASL, WSL, A-League, USL-1 y MLS). Portland y Seattle, separadas por unas 150 millas -alrededor de 240 kilómetros-, son dos de las ciudades estadounidenses con mayor tradición futbolística e influencia europea en tifos, mosaicos y cánticos. Eso hace que, más allá del resultado, los dos equipos compitan, sobre todo, en términos lúdicos. «Nuestros seguidores son mejores que los vuestros», se retan. La relación entre Portland Timbers y Seattle Sounders es tan idílico que incluso asusta, ¿no?

4. Paris Saint-Germain vs. Olympique de Marsella

Le Classique del fútbol francés es la rivalidad más joven de entre todos los clásicos europeos debido a la tardía fundación del Paris Saint-Germain, en 1970. Si bien el conjunto capitalino se fundó hace medio siglo, no fue hasta casi dos décadas más tarde cuando la relación entre parisinos y marselleses comenzó a coger tintes de enemistad. A finales de los 80, el PSG sentó las primeras bases para ser considerado una de las potencias del fútbol galo: conquistó su primera liga en 1986, tres años después fue la piedra en el zapato de un Olympique que ganaría cinco títulos ligueros consecutivos -el último de ellos anulado- y la compra del club por parte de Canal+ catapultó a la entidad a una nueva dimensión. Así, mientras los marselleses fueron los dominadores inexpugnables del balompié galo en los 80 y los 90, ahora es, desde la llegada de Nasser Al-Khelaifi, el PSG quién manda en tierras francesas. La capital de Francia contra la principal ciudad del sur del país. Un duelo que va mucho más allá de lo que sucede en el césped; una rivalidad tan social y cultural como futbolística.

5. Osasuna vs. Zaragoza

Si te gustan los cambios de guión, amarás la historia entre Osasuna y Zaragoza. Eran tan amigos que en 1957 el club navarro inauguró La Romareda y en 1967 el aragonés hizo lo propio con El Sadar. Ahora sus seguidores no se pueden ni ver, pues esta enemistad es quizá la única del mundo con fecha exacta de nacimiento: el 4 de octubre de 1987.

Hasta entonces, navarros y aragoneses habían contemplado en el fútbol otro elemento más de hermandad. Pero aquel día, un objeto lanzado desde la grada impactó contra el portero rojillo, y el auge del movimiento ultra hizo el resto. A falta de adversarios de entidad en sus comunidades, Osasuna y Zaragoza protagonizan el derbi interautonómico más avinagrado de España. Desde aquel lejano 1987, ha habido varios, casi todos seguidos por vanos intentos de las directivas por poner paz. Uno de los últimos enfrentamientos se produjo cuando el autobús de los jugadores zaragocistas recibió el impacto de varias pedradas en plena autopista.

5+1. Bonus track: Osasuna vs. Logroñés

Quizá por el mero hecho de no conocer rival dentro de sus propias provincias, limítrofes entre ellas, los dos históricos de Navarra y La Rioja iniciaron a finales de la década de los 80 una enemistad puramente futbolística que, desgraciadamente, pocos capítulos pudo regalarnos. Cuando el ya desaparecido CD Logroñés comenzó su particular escalada hacia la elite balompédica nacional, Osasuna se convirtió en un asiduo contrincante al que los riojanos ansiaban derrotar. Se encontraron por primera vez en la máxima categoría del fútbol español en 1987  (época en la que Marcos Eguizábal comenzó a presidir el Logroñés); y juntos compartirían enfrentamientos, enemistades, duelos y emociones a lo largo de siete campañas, en las que los de Las Gaunas únicamente pudieron tumbar a los ‘rojillos’ en tres ocasiones. Más tarde, en 1995, ambos clubes volvieron a verse las caras tras caer a los infiernos de la división de plata, donde mayor igualdad reinaría en los ocho últimos choques que vivieron ambas entidades entre sí; con tres victorias para Osasuna, otros tantos empates y dos triunfos para el Logroñés. Desde el 2000 hasta nueve años después, cuando el Logroñés, asfixiado por las deudas, desapareció de nuestras vidas, no hubo nunca más noticias de aquel antiguo duelo.